La obra es el registro de una disciplina interior, seguirla supone una inmersión en las profundidades del alma, Los rastros de esa exploración dejan huella pictórica a lo largo de la cronología del trabajo. Este se inicia con un periodo de limpieza geométrica caracterizado por la viveza reiterada de los colores primarios que translucen el aura, la periferia del ser esencial, la inocencia. El paso del tiempo muestra un descenso gradual a un mundo cada vez más complejo; a un universo de formas y tonalidades que paulatinamente se tornan difusas: es la plástica de la inquietud, de la desazón de la búsqueda y del cuestionamiento espiritual y estético. Con detenimiento se puede adivinar en cada cuadro la difícil osamenta de la duda y la misma geometría del alma.
Todo ello nos ofrece un producto impactante: una aventura original, llena de sinceridad y de vida. Se puede acreditar una verdadera empresa artística dinámica, evolutiva, llena de vibraciones que conforman un conjunto llamativo y bello.
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