Biografía
Nació en México, D.F. Realizó sus estudios pictóricos en el Instituto Nacional de Bellas Artes “La Esmeralda” y ha participado en innumerables exposiciones colectivas e individuales dentro y fuera de su país. Efraín es un pintor urbano que se basa en lo que comúnmente observa a su alrededor. En su obra se puede apreciar detalles de cualquier habitación de una casa o imágenes del exterior, donde la acumulación de edificios es su sello característico. En Noviembre del 2005, Efraín fue seleccionado por la Secretaría de Turismo de su país para la realización de un mural donde quedara representado todo lo que México ofrece a sus visitantes (artes populares, gastronomía, arquitectura, naturaleza, historia y cultura). Con 2 metros de altura y más de 100 metros de largo, dicho mural ha sido colocado en la sala de migración M1 en el Aeropuerto Internacional Benito Juárez de la Ciudad de México.
Imágenes de tiempo continuo
Mirar una pintura de Efraín C. Calderón es entrar a la casa íntima del artista, hasta los espacios más escondidos y generalmente prohibidos para el intruso.
En ese sentido, el que mira ejerce una especie de “voyeurismo” doméstico, citadino, que satisface la curiosidad muchas veces contenida de saber que esconde una puerta, o que oculta la apenas translúcida cortina de una ventana. Salvados esos obstáculos de la privacidad, el espectador se encuentra de lleno en una cocina que no puede disimular la sorpresa que le causa la presencia del extraño, y quizás por ello luce alterada en su perspectiva y proporciones.
Regularmente se trata de espacios donde sus moradores no aparecen, como si el autor aprovechara su ausencia, causada por la rutina multiocupacional de la urbe, para “dejarnos meter las narices” en algún departamento desconocido. Una mirada rápida al baño permite adivinar cuantas personas viven en el hogar: basta contar los cepillos de dientes. Pero el intruso debe adivinar la historia de sus dueños.
Desde las azoteas, escondites favoritos y espacios predilectos para la aventura, el pintor retrata alguna escena costumbrista de la ciudad y nos hace voltear los ojos hacia aquellas alturas muchas veces ignoradas.
En las propuestas plásticas de Efraín, los bodegones se despojan de sus trillados elementos academicistas y exploran la esquina de la tina o la mesa del desayunador, donde la cotidianidad ha apilado jabones y frascos, junto a frutas premeditadamente olvidadas en ese lugar.
Y estas imágenes de tiempo continuo en el quehacer artístico del pintor, encuentran, en los familiares escenarios que retratan, la novedad y el asombro que se esconden en la rutina de la vida diaria.
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