No hay un tiempo ni una edad para comenzar a ser un pintor o un escultor. El arte se puede sentir en cualquier momento, pero cuando ese momento llega y te acaricia, es imposible dejarlo marchar, es imposible alejarte de el, pues se establece una atracción sutil, un acercamiento pausado, una disposición interior. Es ahí cuando comienza la verdadera comunión entre la arcilla, el bronce, los pinceles, el óleo y tú.
La mano escultora expone algo de si misma, una experiencia interior que de otra manera quedaría anónima, mientras que ahora, gracias a la audacia de ella, es parte del patrimonio gestual espiritual que a través de la plástica entrega la parte más íntima de lo humano. La serenidad de las esculturas refleja y transmite una paz interior. La figura femenina quiere expresar su candidez, su dulzura, su esbeltez, su cotidianidad. El material parece adecuarse al movimiento, sinuosidad y docilidad de las curvas.
Las pinturas son el resultado de las miles de ideas q pasan por la mente, que en algún momento quedan impresas en un lugar misterioso del ser, para luego ser expuestas ante el impulso de la necesidad imperiosa de ese ser de expresarse, convirtiendo lo íntimo en una experiencia social trascendente. Sin embargo, no hay una intención de realizar una obra siguiendo un patrón o repitiendo un esquema, hay completa libertad para expresarlo y sentirlo. La imagen refleja un viaje por espacios imaginarios, un acercamiento a un estado de tranquilidad, una sitio en calma, nuevamente, una expresión de paz.
Los estudios de pintura en Venezuela y la formación de arquitecto le permite, a través de la enseñanza del diseño, como profesor de la Universidad de Los Andes mantener activa y viva la necesidad de expresarse artísticamente, y luego los estudios de escultura dan las herramientas necesarias para una vez cumplido con la etapa de la docencia, dedicarse a descubrir y descubrirse ante al mundo de la pintura y la escultura.
En el 2003 expone en el SALON DE ARTE de La Asociación de Profesores de La Universidad de los Andes APULA de Mérida, Venezuela. Allí obtiene el premio a la mención escultura. En el 2004 expone sus esculturas en la Galería ARKITEC en Mérida, donde experimentó el reconocimiento y aceptación de la comunidad. Desde entonces ha mantenido la actividad creativa en ambas expresiones.
There is no time or age for someone to become a painter or a sculptor. Art can be felt at any moment but when that moment arrives and touches you, it is impossible to let it go since it establishes a connection and begins an interaction between clay, bronze, brushes, oils, and the artist.
Sculptures reflect and transmit an interior peace. The female figures want to express their serenity, sweetness, and their everyday life. The materials try to adequate to the movement and the smoothness of the curves.
Paintings are the result of thousand of ideas that lay inside the author’s mind. There are no rules or patterns, only the freedom to express and feel imaginary spaces that are quite and full of light and peace.
The artist is an architect that studied paint and sculpture in Venezuela and her experience as a professor of design in the University of Los Andes gave her the tools and knowledge to discover the world of art and recognize herself as an artist.
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